Cualquiera que se dedique a la comunicación corporativa, independientemente de que lo haga en una agencia o desde el departamento de prensa de una empresa, sabe que el trato personal con los periodistas es la base de todo nuestro trabajo.

No sólo son nuestros «compañeros», ya que el trabajo de las dos partes da lugar a un ecosistema que se retroalimenta constantemente, sino que además son los mayores aliados a la hora de dar a conocer el trabajo de nuestros clientes o de nuestra compañía.

Esto no significa que todo valga. Evidentemente, yo no puedo pretender que un redactor me publique una nota de prensa vacía de contenido por el mero hecho de que tengamos una buena relación o nos llevemos bien. Es más, yo soy el primero que no les da la chapa si creo que lo que acabo de enviarles no tiene un contenido informativo de interés.

Lo primero es el respeto por el trabajo del otro, y esto es algo que cualquier ejecutivo de cuentas (y todo cliente) debe tener presente desde el primer momento. Los periodistas no están a sueldo de las empresas ni llegan a una redacción por la mañana esperando recibir las notas de prensa de las agencias.

Sin embargo, a medida que ha aumentado el uso de redes sociales o se ha impuesto la practicidad  de herramientas como el correo electrónico ha descendido el trato directo con los periodistas. Rara vez se tiene tiempo de levantar el teléfono para hablar de “nada” y menos aún de quedar a comer o unas cañas por el mero hecho de hacerlo, sin la intención de colocar ningún tema y sólo para saber qué tal estás, cómo te va en el trabajo y hay que ver cómo crecen los niños…

Los periodistas que me conocen saben que soy mucho del «¿tomamos un café?». Son muchos años trabajando para grandes (y no tan grandes) marcas en este sector y casi inevitablemente terminas haciendo amistad con bastantes personas, y como este negocio al final no se trata más que de eso, de personas, ¿cómo no vas a fomentar el contacto cara a cara lo máximo posible?.

En mi caso, me he movido y me sigo moviendo en los dos bandos: trabajo en el lado oscuro corporativo pero sigo haciendo mis colaboraciones en medios, que matan el gusanillo y además me dan muchas satisfacciones. Personalmente siempre he agradecido una llamada o un encuentro en persona, no sólo porque permite quitar frialdad a las relaciones laborales, sino porque ayuda a crear vínculos que luego facilitan el trabajo del día a día.

Es cierto también que en PR Garage tiramos mucho de WhatsApp: es rápido, eficaz y, si hay confianza, es una puerta de entrada más práctica que el email o la llamada, pero eso no implica que luego no terminemos rematando la conversación en una cafetería.

Y es que no puedo comprender que se esté renunciando al trato personal.  Yo, desde luego, no pienso hacerlo. He ganado muchos amigos gracias a ello y, sobre todo, he conseguido entender mucho mejor las necesidades actuales de los medios, sus prioridades y a valorar, siempre con criterio crítico, cuándo un tema puede interesar y a quién.

Porque amigos, no lo olvidemos, aunque a nosotros (y a las empresas con las que trabajamos) nos los parezca, no siempre estamos vendiendo sangre de unicornio… Además, trabajamos en comunicación, ¡no podemos renunciar a ella!