El fabuloso mundo de las propuestas de comunicación
Cualquiera que haya trabajado en una agencia (o que conviva con alguien que lo haga) sabrá lo estresante que es preparar una propuesta para un posible cliente o para participar en un concurso. Personalmente, y salvando las enormes distancias, me gusta compararlo con un parto, puesto que el esfuerzo es brutal y, al terminar, uno casi siempre siente que se ha vaciado, dando todo lo que puede y estirando su creatividad como si fuera un chicle (si no tienes esa sensación, dale otra vuelta a la propuesta porque puede que no esté acabada…).
Atravesamos un momento en el que ya no sirven las propuestas genéricas, con acciones poco concretas y presumiendo de lo buena que es nuestra agencia y de la cantidad de cosas que hemos hecho en el pasado. Por un lado, el cliente espera un montón de ideas rompedoras, que entiendas su marca al dedillo y que, además, seas barato. Por otro tienes a los periodistas, a los que no les va a interesar ni la mitad de lo que plasmas en tu propuesta y con los que cada vez tienes que hacer más carambolas para que te publiquen las cosas.
Y en medio tú, una agencia que pelea con las otras muchas que hay en el mercado y que pone todas sus ilusiones en que salga este proyecto. Pero, como en las películas de los sábados de Antena 3, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Y esto es así por varias razones.
- El papel de extra. En muchas ocasiones te llaman a concurso para que hagas de «figurante», ya que el dircom de turno ha de convocar obligatoriamente a X agencias, a pesar de que tiene bastante claro a quién le va a dar la cuenta. Y no, no vas a ser tú, pero claro, tú no lo sabes y te pones tan contento por poder participar y demostrar lo creativo que eres.
- El «Missing in action». En un alto porcentaje de las veces, presentas y defiendes tu propuesta y, pasado un tiempo, nadie te responde. No sabes si les ha gustado, si les ha parecido que eres un vendehumo que no se entera de nada, o si es que ni siquiera han tomado aún una decisión. Por supuesto, cuando transcurre aproximadamente un mes, ya sabes que te puedes ir olvidando del asunto.
- El timo de la estampita. Esta puede que sea la peor de todas, por lo que molesta y por lo tonto que te sientes. Se produce cuando tienes la sensación, casi siempre muy certera, de que tanto tu propuesta como la del resto de agencias sólo han servido para aportar frescas y jugosas ideas a la gente de comunicación que ha convocado el concurso. Sienta bastante mal, y esto me ha pasado en un par de ocasiones, ver cómo se materializa luego en medios alguna de las ideas que habían salido de tu cabecita y que, inocentemente, le habías propuesto al «futuro» cliente.
Como digo, preparar una propuesta de este tipo conlleva mucho esfuerzo. Detrás hay horas de trabajo de un equipo que hace el costoso ejercicio intelectual de interiorizar los mensajes de la empresa que te ha convocado, estudiándose el briefing como si preparara una oposición y leyendo todo lo que se ha publicado sobre la compañía para, finalmente, generar un montón de ideas, acciones, eventos, noticias, etc, que consideras que encajan en lo que la marca necesitas y, además, pueden hacerte ganar el concurso.
Los que trabajamos en Comunicación sabemos que este es un negocio de personas y esto precisamente tendría que tenerse en cuenta en este tipo de procesos. Bastaría con un «recibido, gracias»; «lo sentimos pero nos ha gustado más la propuesta de otra agencia»; «está muy bien lo que proponéis, pero habría que ajustar un par de puntos»; o, «¡enhorabuena! Nos ha encantado vuestra propuesta, ¿cuándo empezamos?». No se trata de darte una palmadita en la espalda, simplemente es dar una respuesta a un equipo de gente que, no sólo la está esperando, sino que te ha dedicado un tiempo y un esfuerzo (que le ha racaneado a su familia, a su tiempo libre o a otros clientes).
Por supuesto, el pagar a las agencias que participan en el concurso, como se comenta últimamente mucho en el sector (sobre todo si sabes que lo que estás pidiendo es un plan de comunicación «by the face» y no tienes intención alguna de contratar), si eso ya tal…